miércoles, 1 de diciembre de 2010

El adviento y la familia


          Ciertamente el adviento es una época corta, generalmente un mes, en el que sin darnos cuenta nos sentimos movidos, por lo que el medio, la sociedad, nos presenta. Y, por supuesto, se nos anticipa lo suficiente, para hacernos sentir mucho mejor, dicen. Es un medio que parece caliente, amable, pacífico como el que realmente ofrece el titular de su navidad. Y ciertamente, la navidad, así escrita, aparece, incluso en nuestros periódicos, más de lo que quisiéramos, y con contenidos diferentes del todo a su significado original. Se trata, por supuesto, de hacer una navidad comercial, y en eso están empeñados, muchos de los que no tienen la más mínima idea de lo que es Cristo y el Cristianismo, y otros que la tienen, pero prefieren el dinero, a lo que Cristo desempeña, porque es claro, que El nos dijo, que su tema es el amor. Por supuesto, también es cierto, me refiero al verdadero cristiano, que a nadie le agrada que usen su nombre sin el valor y respeto que él tiene, y que ha venido engrandeciendo, incluso, a través de siglos, la historia más digna de la humanidad. 

Pero ¿no os dais cuenta de que nos han robado, del todo, el adviento, como antes lo han hecho de la Navidad? Y no me negaréis que este, es un momento fuerte dentro de los que sentimos querer los caminos que la Iglesia nos da, para nuestro mejor ser, y crear sobre todo, una conciencia de que estamos madurando en las ideales de Cristo, atacando todo aquello que no es válido a la construcción del Reino de Dios entre nosotros.

Veamos: antes de la venida de Cristo, la Iglesia nos pone cuatro domingos, generalmente, para preparar su llegada. Cuando hablamos de su venida, hay dos aspectos importantes, muy importantes, y que necesitan verdadera solución, los dos. Primeramente nos preparamos, para su segunda venida que no sabemos cuando va a ser, pero que, ciertamente, al menos para cada uno de nosotros, ello sucede cuando morimos. Así de sencillo. Para alentarnos y movernos, viene ese mundo apocalíptico que es difícil de entender, y que quiere presentarnos el momento de la real venida segunda del Señor. En él se complican el mundo, cielo y las estrellas. Jesús es Dios, y ciertamente va a venir, cuando le parezca oportuno, de una manera majestuosa, como rey, porque nadie podrá interpelarle, y en la que va poner cada persona y cosa, en su sitio. De esto, no hay duda.

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